Este término se emplea en México para designar al aficionado oportunista que se apunta al éxito del equipo ganador, y como parece una obviedad... por esta lado del charco resulta que todo el mundo es ahora del Atlético de Madrid o del Barcelona. Un villamelón nunca pierde, siempre tiene razón y siempre tiene un comentario desafortunado para el equipo contrario.
Escribo este comentario ahora -justo hoy- porque muchos de estos "hinchas colchoneros" han lanzado sus apuestas, sí, sí, el afán apostador también es grande por la tierra del Sol; y no quiero que lean este comentario a posteriori a sabiendas del resultado de la Final de Champion de este fin de semana. En fin, que como soy una merengue convencida, les he entrado al juego de "a ver quién gana" y quién se pica más. Espero que la semana que viene sean igual de rápidos en pagar sus correspondientes deudas contraídas conmigo... (la memoria también es frágil cuando se trata de olvidar la derrota, digo yo).

¿Pero por qué nos cambiamos de equipo según los títulos vayan entrando a las vitrinas de un club? Se dice popularmente que una persona se puede cambiar de religión, estado civil... etcétera, etcétera, pero que de madre y equipo de fútbol no se cambiará nunca. No es cierto, los hay "descastaos". Hay por todo el mundo grandes aficiones futboleras que apoyan a sus equipos "manque pierdan" -esto es, aunque pierdan- y ya puede descender de categoría que los domingos siguen acudiendo al estadio.

Apuntaros todos al Atlético de Madrid esta temporada, a su merecido éxito, a su "cholismo", a su "sí se puede"... pero yo seguiré de blanco y estoy convencida de que la Décima Copa de Europa cae. (Conste que lo he escrito en este blog y no podré jamás desdecirme de mis palabras). Y la afición colcochonera que se sienta orgullosa de los colores de su camiseta, como debe de ser. Amén.