Estamos acostumbrados a calificar culturalmente un país por su puntualidad, por la cortesía (yo diría más por el respeto al tiempo del prójimo) de llegar a la hora acordada a una cita. En eso se han ganado el número uno del ránking los ingleses, aunque seguro que más de uno de vosotros que haya vivido en Londres o en otra ciudad británica, conocerá a gente que no cumple con esta regla. Excepciones, me diréis, es posible.
El caso es que México tiene la reputación de ser uno de los países del mundo donde más se demora una persona en acudir al encuentro acordado o en cumplir con un requerimiento en un plazo de tiempo. Lo notamos en el lenguaje, que es lo primero que le choca a un español que aterriza en este país: ahorita, ahorita mismo, al rato, aguántame tantito, voy saliendo, voy llegando... Expresiones temporales que no sabemos definir en minutos, horas, días en ocasiones y nos desconcertan sobremanera. Yo ya me la sé pero últimamente llevo una racha de ser la que espera en el muelle de San Blas, la que espera eternamente, la de "ahorita"... Y mi "ahorita" mestizo mexicano-español ya no sé si es media hora más tarde, una, dos horas y media o quizás te quedas esperando por días sin esperanza ya que esa persona vaya a aparecer de un momento a otro. Como me ocurrió recientemente con una entrevista informal de trabajo, que resultó ser demasiado informal y estuve por dos horas clavada en un café esperando sin noticias (las noticias no llegaron hasta la noche cuando volví a llamar y esa persona se digno en descolgar al fin su teléfono).
Ya me he colmado de paciencia pero me sigue costando entender cuándo es ese pago que me van a hacer ahorita, o al menos ahorita es cuando me lo van a checar. Luego le damos fama de huevones y de personas poco formales en el trabajo y me duele, porque hay de todo como en todos lados. He encontrado personas que no sé si tendrán descendencia británica, pero han sido más puntuales y cumplidores que media docena de españoles juntos. Y también los casos opuestos, en el extremo más al extremo de lo que es un mexicano normal. (Cuento hasta 100, paciencia... respiro hondo...)
Nosotros, los españolitos, también tenemos las nuestras. A ver si... a ver si nos vemos, a ver si lo hago, a ver si eterno o ya si eso... Son dos de las clásicas y pasa lo mismo que en la otra orilla, que esa persona que iba a ver si se pasaba por tu casa a tomar el café que le ofrecías amablemente, nunca va a aparecer y nunca te va a llamar. Además, fíjate si llegamos tarde al tren de la crisis y de las soluciones salvadoras del resto de Europa, que hoy día, "ahorita", estamos todavía asomando la cabeza por el sitio a ver si ya hay brotes verdes o algo que se le parezca.
Total, que he decidido desde hace tiempo, no ponerme reloj. Así de drástica. Y desde que vivo en México a la hora que llegue a un sitio es a la hora que está bien llegar. Pero aún retrasándome "tantito" sigo siendo la más británica de la reunión (la mala costumbre ya de años de ser puntual, pobre de mi). A ver si nos vemos por España y no llego la última a la reunión... nos vamos viendo si eso...