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Sala Educativa y Modulario
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Este próximo domingo reabre sus
puertas tras la ampliación que le ha llevado un año, el Museo Rufino
Tamayo. Un espacio consagrado al arte contemporáneo y que considero muy
necesario en una ciudad cosmopolita como México DF. Debe ser un espacio abierto
y que interactúe con el espectador y en este sentido hay que reseñar los
esfuerzos por integrar a los más pequeños a través de los talleres que se han
llevado a cabo en verano y que continuarán. Así como la sublime forma de
combinar el arte con el jazz en un espacio genuino como el bosque de
Chapultepec. Este propósito ha logrado que el nuevo museo Tamayo disponga de
una amplia sala para acoger estos talleres escolares así como el llamado
Modulario, que es una sala educativa donde el visitante puede consultar
bibliografía, información sobre los procesos curativos de las exposiciones y
otras actividades que van a enriquecer el museo.
El arte contemporáneo no es
impersonal, de hecho requiere de una interpretación muy personal, la que cada
uno de nosotros puede hacer de un mismo espacio expositivo. Ese juego lo
pondremos en práctica en El mañana ya
estuvo aquí, un retrato de ciencia ficción y modernidad, en Nueva
Matemática de Michael Stevenson donde nos enfrentaremos a unas puertas
que se atrancan como símbolo de que el diablo anda por allí cerca o en Boing,
boing squirt, de Ryan Gander y su particular visión de una jaula de
leones. También es divertido el juego de Primer Acto, que ya desde la entrada
nos contabiliza como visitante y nos sirve una reluciente alfombra roja para
atravesar la cortina roja del espectáculo que es el arte. En este recorrido por
el primer acto no falta ni siquiera la cantina donde surge la crítica y el
comentario. Para el domingo nos han dejado el estreno de El día del ojo de Pierre Huyghe, que abrirá una laguna con piedras
volcánicas y peces ciegos en medio del patio central del museo, tal cual nos
encontráramos en un cenote, a un paso del inframundo.
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El Chico de la viola, Tamayo
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Pero sin duda el plato fuerte de
la reinaguración del Tamayo es precisamente la colección de este artista
oaxaqueño, que incluye 7 obras inéditas al público. Hasta poco antes de su
muerte, con 91 años podremos contemplar al final de estos Trayectos por las diferentes facetas de Tamayo, un cuadro donde
sigue experimentando el color: El chico
de la viola. O un autorretrato idealizado del artista donde nos ofrece los
frutos de su trayectoria como pintor. Es interesante ver los retratos que
realiza a Olga Tamayo, su mujer, en diferentes épocas de su vida y con
diferentes prismas artísticos. Las célebres sandías retratadas por Rufino
Tamayo nos dan la bienvenida a una experiencia dominical que nos abrirá el
apetito y las ganas de conocer más.
Ojalá el programa del museoTamayo se amplíe durante el año y nos traiga a los grandes representantes del
arte contemporáneo actual, la Ciudad de México se lo agradecerá mucho a la Fundación
así como los miles y miles de aficionados que ya esperábamos deseosos esta
reapertura para tener un punto de encuentro cultural fundamental en esta
cosmos.
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