Son algo más de las seis de la mañana, estoy haciendo la larga fila del control migratorio en el aeropuerto Benito Juárez de México DF. Mientras escucho el golpeteo contundente de los agentes migratorios sellando pasaportes de todo el mundo, observo el mío. Abro página tras página y observo distintas especies animales (delfines, águilas, ballenas, mariposas...) todas ellas migratorias y al lado - acompañando- un mapa con unas flechas que indican el sentido de su migración. Sigo pasando las hojas de mi pasaporte y llego a la primera página... allí estoy yo. Mi cara, mi nombre... otra especie migratoria más de ese mini album. Qué curioso.
Fotos: Marian Castro |
Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar en Valle de Bravo uno de los santuarios de la Mariposa Monarca que pasa unos meses en México reproduciéndose y esperando el momento más cálido para emigrar hacia norteamérica. Miles, millones de mariposas revoloteando y concentrándose en su misión: un largo viaje de un año al que no sobrevivirán ellas, si no su descendencia, si es que éstos también tienen suerte. Un bellísimo espectáculo para los sentidos que me traído a la mente la situación de los jóvenes españoles en la actualidad.
Somos mariposas que están empezando a desplegar sus alas porque queremos volar alto, pero por razones socioeconómicas no nos dejan (fuera de tanta alegoría es un ejemplo bastante solvente). La supervivencia de nuestra especie -animales bien formados y bien portados para trabajar unas 10 horas al día o más- está en peligro precisamente por la falta de trabajo. Y aquí nos tienes, en un aeropuerto cualquiera del mundo (normalmente emigramos hacia el norte, el este o el oeste...) abriendo por una de sus blancas páginas nuestro pasaporte a estrenar y dispuestos a que nos sellen una estancia ¿indeterminada? en alguno de estos países. Esperanza de supervivencia, ilusión y tristeza por dejar atrás nuestro santuario... nuestra tierra.
Sí, me ha quedado demasiado poético, pero por un momento sí me siento mariposa monarca en esta región de sol y chile. Este año ya han salido de España entorno a 400.000 mariposas monarcas, perdón, españolitos menores de 30 años con las maletas cargadas de títulos universitarios, formación... y de ganas de trabajar.
Todo esto para criticar una vez más que nuestro gobierno nos tache de "bohemios y aventureros" por hacer el petate y salir de nuestras casas a buscarnos la vida. Todo esto para denunciar que los políticos se llenen la boca diciendo que van a ayudar a los jóvenes emprendedores y no lo cumpla. Y toda esta historia de mariposas emigrantes para darnos cuenta que ahora somos los españoles los que volvemos a salir de nuestra tierra (como hizo mi abuelo en su día), pero que hasta hace unos años eran estas gentes - las que hoy nos abren los brazos- las que venían a España y los tratábamos a puntapiés. ¿Es eso justo? Creo que no. Todos somos de la misma especie.
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