jueves, 2 de febrero de 2012

Sin agua no hay paraíso

Sabemos de sobra que el agua es un recurso esencial para la vida, pero en zonas del mundo como el Cuerno de África supone la diferencia entre la vida y la muerte. A esa emergencia humanitaria que afecta a millones de personas, y a otras muchas ya reconocidas en el mapa mundial, se suma otra región menos conocida, menos mediática: la Sierra Tarahumara, en el estado mexicano de Chihuahua.
Aquí los “rarámuri” conocen muy bien lo que es sobrevivir desde que llegaran los primeros conquistadores españoles a explotar los recursos mineros de esta rica zona. La sequía que azota esta abrupta sierra del norte de México ha producido que la ya paupérrima población indígena que habita en esta aislada región no pueda apenas subsistir y más de 24.000 familias necesiten urgentemente víveres de primera necesidad. Esta misma semana el Gobierno de México ha enviado ya 1200 millones de pesos y 120 toneladas de alimentos y mantas tras producirse una oleada de fallecimientos entre mujeres y niños. Sin embargo, es una zona que no vive su primera emergencia alimentaria, sino que es un problema recurrente al que el Gobierno sólo acude cuando padecen las consecuencias y no ataja las causas de la situación de los rarámuri. Unos indígenas que viven al margen de la sociedad mexicana manteniendo las ancestrales costumbres de este pueblo, al que se le sigue dando la espalda una y otra vez. Muchas organizaciones no gubernamentales denuncian esta situación, que califican de vergonzosa para un país que se jacta de tener uno de los mayores crecimientos del PIB del mundo en tiempos de crisis.
El paraíso pasa por disponer de agua y de recursos naturales. Sin embargo, cuando escasea este bien las más afectadas son zonas ya de por sí azotadas por una pobreza injusta, inhumana. Los tarahumaras piden a los dioses que llueva, pero el resto de la humanidad tenemos que pedir que los recursos se equiparen y haya agua para que todos disfrutemos del paraíso y no sólo unos pocos afortunados que vemos brotar el agua potable de los muchos grifos que tenemos en nuestros hogares. Tarahumaras o sudafricanos necesitan nuestra solidaridad de forma inmediata, ¿pero quién se acuerda de ellos cuando los medios silenciamos sus gritos de ayuda?

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