Hay viajes que comienzan mucho antes de haber embarcado en un avión y éste ha sido uno de esos viajes largos. Muchas vicisitudes han ocurrido en estos meses desde que se planea el viaje allá por febrero. Todos los viajes nos aportan experiencias, sabiduría, emociones, reencuentros-desencuentros, y en éste no iba a ser menos, pero nunca las había padecido tan al extremo.
Viajar es placentero pero hay momentos en los que las encrucijadas nos llevan a tomar decisiones erróneas sin saberlo. Nos ponen al límite de la desesperación, la frustración, el enojo, la ira... y sólo controlar nuestro sino nos alivia, nos esperanza aunque no siempre suceda así.
Castillo de Sancti Petri, Chiclana. Vicente Gimeno. |
Respirar el aire del atardecer de Conil, ver como el sol cae por el horizonte del viejo Castillo de Sancti Petri, es dejarse llevar en los buenos momentos de ese viaje, pero en cada vuelo hay algo de turbulencia y en México-Madrid de julio han habido muchos azotes impetuosos, incluso alguna que otra escala forzosa, ilusiones que quedaron en el camino pero que inmediatamente se sustituyen por otras.
Como decía, el viaje se acaba disfrutando cuando están todos los que deben estar, cuando ya deshaces la maleta tan pesada, la abres y respiras sonrisas, abrazos de bienvenida y besos, miradas que escasean nuestro estado de felicidad. Ése es el mejor momento del viaje, en el que toca vivir intensamente, empaquetar todas esas sensaciones en el recuerdo alegre, en el imán de la nevera. Miraremos atrás y diremos: ¿te acuerdas cuándo fuimos todos de viaje a Cádiz aquel verano? Y sí, lo recordaremos con agrado y los que no tienen memoria verán fotos de caras sonriendo y cuerpos bronceados.
Vejer de la Frontera. Marian Castro |
Nunca el viaje está exento de incertidumbres, imprevistos, ¿qué nos encontraremos en el horizonte? Y en realidad así debe ser, es lo más enriquecedor de viajar, vivir en él experiencias nuevas. Así ha sido, sin duda, en esta ocasión. Nunca había pasado por un viaje que desde su inicio pareciera gafado: engaño tras engaño maltratando la buena fe de las personas. Algún día todo este conjunto de pesadas anécdotas serán sólo eso, historias que contadas en alto tendrán su gracia, serán nimiedades en un intenso y apasionante viaje. Pero hoy, aún, no hemos lavado la ropa sucia que metimos hace meses en esta pesada maleta. Mañana ya olerá a suavizante...
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